jueves, agosto 14, 2003

Día 14. La boda – Segunda parte


Como decía en la primera parte de esta historia (ver Día 10. La Boda - Primera parte), llegamos y nadie se molesto en ir a decirles que ya estábamos allí. Todos asumían que a las 11:30 nos avisarían, como al final resultó. En España te quedas en la puerta esperando y te pueden salir raíces, pero bueno, esto es otro mundo. El salón del ayuntamiento donde se hacen las bodas civiles es muy bonito. Otra curiosidad es que los padrinos de los novios no son los padres sino los mejores amigos de ambos. Ahora ya sé que no soy su mejor amigo ya que había otro ejerciendo de padrino, que llevaba un chaleco horroroso. Yo llevaba mi traje gris en cuya compra se invirtieron únicamente ocho mil segundos y el terror infinito del empleado de la tienda, que si me ve se esconde. Mejor no hablemos de la torturadora que me ayudó a elegirlo, que hace que los empleados del WE lloren como lactantes solo con ver su foto. Pues eso, comienza la ceremonia y nos leen allí toda la ley relativa al evento. Todo ese tiempo los hermanos de los novios haciendo fotos y videos, pero todo muy frío, muy formal, o quizás sea lo normal al ser todos alemanes. Acaba la ceremonia y sobre la marcha les dan el libro de familia. En la puerta les tiramos arroz y los amigos han cubierto el mercedes con la bandera de fútbol del equipo favorito de Dirk. Tras este evento volvemos a casa. Tenemos un almuerzo suave a base de consomé, pan y cerveza. Después de eso los novios se cambian y se ponen el traje de bodas para la ceremonia religiosa. Es decir, para la civil llevaron unos trajes, y para la militar / religiosa, otros. Estos ya eran más espectaculares, más del gusto de buena boda cristiana.
Una vez están equipados con sus nuevos trajes, se van a hacerse las fotos oficiales de la boda. Yo paso y me quedo en la casa. Aquí la tradición también difiere de la española, en la que las fotos se hacen tras la boda y no antes. Eligieron un hotel muy bonito que hay en la zona, con unos jardines preciosos. Se pegaron allí 2 horas que a mí me vinieron de escándalo para dormir un poco. Menuda siesta me eché. Volvieron,
nos vestimos de nuevo y cogemos el camino de la iglesia. Los novios de nuevo en el coche con florero adosado y yo en el coche de los padres del novio. Nos vamos a la heladería (que esta a 200 metros de la iglesia) y todo el cortejo salía de allí. Esto es Alemania así que todo está planificado, estudiado, medido, calculado. Todo el mundo estaba allí con media hora de antelación. Se avisa a la tropa de que apaguen sus móviles, cosa que todo el mundo se apresta a hacer. Saludamos a la basca pa’ la iglesia, con las madres llorando como debe ser. Es decir, hicimos una procesión encabezada por los novios con la gente mirándonos. Por supuesto todo el mundo conoce a todo el mundo en estos pueblos así que se oían saludos y comentarios.
Se me ha olvidado comentar un detalle que después tendrá su importancia. La novia descubrió que estaba embarazada el lunes (la boda era el miércoles). Lo sabía todo el mundo allí. Lo de la misa entre semana es normal, porque los curas de centro-Europa no casan en sábados o domingos ya que son los días que descansan ¿la palabra funcionario despierta algún parecido? Casualmente el jueves era fiesta en Alemania así que era perfecto ya que se hacía la boda, se corría la juerga y se dormía la moña al día siguiente. En la heladería conocí a John, un cirujano plástico retirado de Beverly Hills, cuarenta y pocos años, mariquita y millonario. John, al ser la otra persona que no hablaba alemán en la boda me fue asignado como compañero. Nos vamos andando en procesión para la iglesia y entramos todos salvo los novios. El americano tenía las manos bien largas y de una u otra forma, siempre acababan encima de mí.
Comienza la ceremonia. La iglesia preciosa. También fue decorada por los vecinos. Llena de flores y guirnaldas. Iglesia católica con sus santos sus vírgenes y toda la parafernalia que hace de nuestra religión la más chachona. Y creedme, sé lo que
me digo. Las iglesias de los calvinistas de mierda estos holandeses son patéticas. Sin vírgenes, sin santos, sin altares, sin nada de nada. Edificios pelados. En Holanda, las iglesias están llenas de tumbas de piratas que se ganaron el dudoso honor de ser enterrados en ellas por matar españoles en el siglo XVI y XVII. Hijos de puta. En la catedral de Utrecht hay en la pared una escena de la ultima cena de Cristo esculpida, a la que le arrancaron a golpe de cincel las caras de Cristo y los santos. Que le vamos a hacer si esta cultura está tan enferma. Bueno me conformo pensando que cada jiñada en esta tierra es un poquito más de mierda que dejo aquí.