martes, agosto 05, 2003

Día 4. Mobieltje Telefoon Uit


La frase anterior es la que indica en el cine, o en el avión, que hay que apagar los teléfonos móviles. Está escrita en holandés, y espero que viéndola sepáis apreciar como es que no he conseguido aprender la jodida lengua tras tres años en éste país. Resumiendo, significa, FUERA MÓVILES. Y así es como me he quedado Yo durante unos días, sin móvil. No sabéis la alegría que siente uno cuando se sabe no controlable. Esto viene a cuento de que hace poco, por circunstancias que no os voy a relatar, en un lugar que no viene a cuento, perdí mi móvil. ¡OH! Los españoles sabéis lo que eso significa en España. A comprarse uno nuevo. No hay posibilidad de que quien lo encuentre lo devuelva. Sin embargo, para ciertas cosas éste es primer mundo. Hace cerca de un año Yo me encontré uno en la calle y lo devolví (era un Motorola horroroso), y ahora me llegó mi turno. Así que antes de que me diera cuenta de que lo hubiera perdido, me manda un correo mi amigo Indonesio informándome del evento y dándome el teléfono de la persona que lo tenía. Llamo, y lo coge la voz más dulce y femenina que he podido escuchar, y comenzamos a flirtear y a hablar. Era la voz con la que todos soñamos cuando vemos los anuncios de los números 906 en la tele. Sensual, con un descafeinado acento inglés, arrastrando las sílabas como si las disfrutara, en fin, que os voy a contar que no os podáis imaginar. Tras un ratillo, me pregunta donde vivo, y cuando le digo que en Hilversum, me dice que es una casualidad, pero que trabaja en el villorrio, y que si no tengo prisa, lo puedo recoger el lunes tras el trabajo. Yo supercontento, y pregunto donde es su curro y me dice que es POLICÍA EN HILVERSUM. ¡Dios! Una mujer policía encontró mi móvil. Quedamos para recogerlo el lunes. Comprenderéis como pasé los días hasta el evento. Lo primero que hice fue bajarme de Internet ese clásico de la música romántica que es el TOA TOA TOA TE NECESITO TOA, de Jesulín de Ubrique, y aprenderme la letra de memoria. Con una mujer policía, solo la artillería pesada vale. Después pasé las noches fantaseando con las esposas, como me iba a meter en una celda y a castigarme por ser un chico malo, con su uniforme de poli buena, ese pelo rubio que yo me imaginaba cayendo sobre la camisa de policía en la forma de una gran coleta a lo Lara Croft. Esos guantes negros de cuero, esas botas policíacas …. ¡Uhmmmmmm! ¡Lekker! Sólo hay una fantasía sexual mejor que la de la mujer policía, que TODOS hemos tenido, reconocedlo cabroncetes. La única mejor es la de las dos adolescentes japonesas, vestidas con traje de internado, con grandes chupachups en la boca, acosándote sexualmente y pidiendo hacerte guarrerías sexuales. Lo de las japonesas nos puede a todos. Que tendrán esas chiquillas que todas parecen igual de pervertidas. Debe ser la leche que les dan o ya me diréis. ¿Qué nunca se te había ocurrido? Pues a qué esperas. Corre a comprar un uniforme de instituto a tu novia/esposa/compañera, píntale unas pecas en la cara, que chupe un buen chupachups, unos calcetines blancos horrorosos hasta las rodillas, zapatos de monja … y a taladrarla toda. En fin, retornando al tema principal, llega el lunes y me preparo para el evento. Mis gallumbos de Snoopy con el mensaje claro de “@ YOUR SERVICE”, la mejor de mis colonias, doble ración de desodorante, mi camiseta de Camilo Sesto, que mola MAZO, cuarto kilo de gomina con peinado agresivamente casual y la mejor de mis sonrisas conseguida a base de blanqueador dental. Así que paso el día viviendo sin vivir en mí en el trabajo, pensando en ese momento en el que la Ley y el Orden se encargarán de mí, malvivo durante horas hasta que llega el momento, corro, que digo corro, vuelo con mi bicicleta por el centro de la ciudad al encuentro de la mujer policía, esquivo viejas en bicicleta, salto semáforos en rojo, subo por aceras, salto escaleras, y finalmente llego al Groest, a la calle principal en donde se encuentra la comisaría de policía, y el centro de todas mis perversiones en las últimas 72 horas. Me paro un momento para tomar resuello, hago una última comprobación de olor de sobacos, boca, y ajuste final del peinado. Todo listo, abro la puerta y entro en la comisaría, me acerco a la oficial de guardia, rubia, guapísima, todo morbo mientras por mi cerebro cruzan a alta velocidad las imágenes de ésta y todas las mujeres policías de Hilversum haciendome pupitas, llego junto a ella, alza la cabeza, lo puedo ver lentamente mientras sus pestañas se levantan despacio para lanzarme una mirada directa, y cuando su pupila verde contacta con mi pupila marrón, me pregunta que quiero. Yo ahí ya podía fundir hielo con las manos. Le cuento que vengo a ver a su compañera (mantendremos su nombre en secreto para proteger la identidad de terceros), y me mira, sonríe pícaramente lo que eleva mi temperatura por encima de los 50 grados, se levanta, se va a la habitación de al lado mientras yo quedo allí hirviendo, y cuando vuelve … … … cuando vuelve trae un sobre a mi nombre en las manos. Se me cayó el mundo al suelo. Me lo da, y dice que el móvil está dentro. Todas mis fantasías pa’l carajo. Será zorra de mierda la muy asquerosa. Todas estas calenturas para un puto sobre. Salí de allí echando fuego por la boca, me fui al super y me compré una bolsa de hielo para enfriar los huevos más rápidamente.