martes, agosto 12, 2003

Día 12. Nueva vecina


Tras dos meses viviendo solo en mi edificio ayer apareció la nueva inquilina que ocupará la vivienda situada debajo de la mía. La aparición fue triunfal. Toca en mi puerta y Yo con mis calzoncillos negros (más de 38 grados en la calle, posiblemente 43 en mi casa) y cocinando magdalenas. Esto de las magdalenas es el último vicio que me ha entrado. Al principio las compraba en un puesto en el mercado, que las hacen de puta madre pero se han ido de vacaciones por un mes y a mí me ha entrado el mono. Así que tras recopilar recetas de algunos de mis graciosos lectores me lancé a la producción industrial de las susodichas. Tras unos cuantos intentos con diferentes recetas he encontrado una casi perfecta que se ajusta mucho a mis gustos. Ayer mismamente recibió el aprobado con nota de varias personas, lo que me reafirma en mis capacidades innatas para la cocina de alto nivel. Para aquellos que no le hacen ascos a un delantal y a una cocina, la receta es la siguiente:

Magdalenas del carajo, mi receta


Ingredientes: 1 huevo, 220 gr. de harina de repostería, 115 gr. de azúcar, 1 sobre de levadura en polvo, 80 ml. de aceite vegetal, 180 ml. de leche, ¼ cucharita de canela, ¼ cucharita de nuez moscada, ¼ cucharita de sal. Si las queréis con almendras, 100 gr de almendras troceadas, si las queréis de chocolate, 10 cuadraditos de chocolate troceados en 4, o chocolate al gusto.
Preparación: Calentar el horno a 180º. Mientras se calienta, mezclar en un recipiente el huevo batido con la leche y el aceite. En otro recipiente mezclar la harina, el azúcar, la levadura en polvo, la canela, la sal, la nuez moscada, el azúcar y el chocolate o las almendras (o ambos). Añadir el líquido del otro recipiente y mezclar, pero no os paséis, sólo lo justo para combinar. Poner en los papelitos de magdalenas una cantidad equivalente al 70% de la capacidad del papel, y meter al horno 10 minutos. Salen unas 12 magdalenas. Si tenéis un recipiente para magdalenas (un molde) para poner los papelitos mucho mejor. De relleno se pueden usar también frutas y lo que se os ocurra (yo me hice unas de M&M que estaban de cambarse).

Bueno retornemos a lo que os estaba contando que ya empiezo a desviarme. Así que ando yo en calzoncillos con mis 6 magdalenas al horno cuando alguien toca a la puerta, me pongo un pantalón corto, y como se me pasaban, las saco del horno y abro la puerta sujetándolas con la otra mano. La escena me recordó la película Matrix, cuando Neo va a visitar el oráculo y está cocinando galletas. Pues lo mismo, pero mejor. Un pedazo de impresión que causé del quince con mi bandejita de magdalenas recién horneadas gritando cómeme en la mano, el pelo en pecho y los pantalones del revés porque no me dio tiempo a ponérmelos bien. Por supuesto invité a la visitante a una, y ella se aprestó a explicarme que es mi nueva vecina, aunque cuando saboreó aquélla gloria divina se corrió de gusto allí mismo. Por los ojos rasgados, el acento y la pinta deduzco que es oriental, aunque mi incultura me impide ubicarla en uno de esos superpoblados países. La pobre buscaba ayuda en el uso de la lavadora y secadora, con las que Yo confraternicé hace 3 años cuando llegué al país. Como experto en el uso de los aparatos, me apresté a darle un curso introductorio explicándole los graves riesgos que corría si usaba éste o aquel programa (aún lloro cuando pienso en mi pulóver YSL encogido en la secadora hasta dejarlo de la talla de Ken, el novio de Barbie). La dejé entretenida con la lavadora y un rato más tarde aparece gritando histérica que la lavadora se había tragado su ropa y no quería soltarla. Bajo al trote al zaguán y veo que la lavadora ha terminado de lavar, pero lo que se me olvidó comentarle a la colega es que no te permite abrirla hasta que han pasado un par de minutos y casi tiene un colapso nervioso la pobre china. Creo que esta nueva vecina promete, y que vamos a disfrutar de historias alucinantes con ella.