lunes, diciembre 15, 2003

Es casi Navidad


Yo llevo mucho tiempo callando, pero ya no puedo más. Hoy por fin os voy a contar la verdad de las verdades, aquello que todos habéis pensado en alguna ocasión.

Hoy, aquí y ahora os descubriré por qué desde hace tres años espero aterrorizado las navidades.

Todo empieza un día tranquilo, un día como hoy, un día cualquiera. Llego al trabajo por la mañana, no muy temprano, sobre las 9.30 para mantener las tradiciones y para demostrar a la compañía que algunos empleados si hacemos uso del horario flexible. Me siento a mirar la pornografía que me envían gentilmente desde España con mi café calentito y disfruto de una agradable conversación de sordos con mi compañero de despacho. Hago mi repaso a la prensa nacional -española se entiende, que con la de los países bajos me limpio los bajos precisamente.
Me planteo como cada lunes comenzar realmente a trabajar después del almuerzo, no por que no tenga trabajo, que lo tengo, sino por no destemplarme el cuerpo con tanto sacrificio. Me doy un garbeo por la máquina de café, ignorando a aquellos que considero despreciables, me paseo por un par de plantas para mantener a punto mi red de información y de repente, así de súbito y sin que venga a cuento uno de mis colegas me agarra por las solapas, me zarandea y me dice: “OP=OP (léase Op is OP)”. Sin darme tiempo siquiera a respirar y aun no repuesto del shock, me arrastra con su metro noventa y cinco de alto por el pasillo como si fuera un pelele. Yo trato de desasirme, trato de escapar del garfio que me retiene contra mi voluntad, pero es imposible. Otros salen de sus oficinas y se unen a la marcha, canturreando el Op=Op (Op is Op por si no lo leísteis la vez anterior). Todos avanzan jubilosos hacia el despacho del jefe, que nos espera en su puerta con la sonrisa boba en la cara. Más y más empleados se unen a la marcha y esto ya parece cada vez más un número musical de Westside Store. Op=Op, Op=Op cacarean mientras cubrimos los últimos metros y Yo asumo que no hay forma de escapar y que una vez más ha sucedido lo imposible. Mi psiquiatra dice que debería ser más positivo, pero incluso él reconoce que la crueldad desplegada por mi empresa no tiene parangón. Cuando llegamos al bungalow del jefe, ese que tiene cocina y baño propio y una sala de espera de las de abogado caro, este ya tiene la primera en la mano, con el puto papel que siempre la acompaña. Son las cajas del regalo de NAVIDAD. Siempre es la misma caja de la misma puta compañía, a la que odio a más no poder. Si queréis ver la morralla que venden, daos un paseo por www.fairtrade.nl. Otra vez más, como en años anteriores, nuestro regalo de navidad es una amalgama de productos elaborados en el tercer mundo que te ponen los pelos como escarpias.
Como una imagen vale más que mil palabras, acompaña esta historia una pequeña foto del conjunto encontrado en el interior de la caja. Paso a describirlo detalladamente:
- Bandeja miserable de pajullo, si se moja se descuajeringa. No se pueden cargar cosas pesadas por el material con el que está hecho. La madera aún huele a quemado con lo que intuyo que este campesino aborigen no continuará en el negocio por muchos años. Supuestamente viene de Camboya.
- Galletas de chocolate (12) hechas con la peor azúcar de caña que se puede encontrar en Paraguay, la peor harina de quinua de Bolivia y nueces del Brasil bolivianas. El chocolate no tiene país de procedencia. En la misma caja se advierte del peligro que corre uno al abrir el paquete, ya que las galletas están asilvestradas y pueden atacar a sus dueños. Se aconseja su uso responsable.
- Zumo de naranja (1 litro) con naranjas de algún país de Latinoamérica no identificado. A pesar de llamarse zumo de naranja, está hecho de zumo concentrado de naranja y se cree que puede tener algún vestigio de vitamina C. Dado su sabor ácido y su aspecto corrosivo, se aconseja tomarlo con leche y algún otro acompañamiento, por ejemplo las galletas anteriores servidas en la bandeja.
- Chocolate en polvo (150 gramos) de procedencia desconocida pero envasado en Holanda. La foto del bote ya impresiona. Os puedo asegurar que el año pasado recibí el mismo chocolate, lo probé un día y aún tiemblo si pienso en esa noche y en la de veces que me levanté por culpa de la diarrea atroz que pillé. Eso sí, pensando en positivo, perdí casi dos kilos en una noche. Es el chocolate ideal para aquellos que se quieran hacer la dieta del uyuyui.
- Capuchino en polvo (150 gramos) de la misma procedencia que el anterior. Este es novedad este año pero a menos que necesite perder unos kilos de una forma rápida y expeditiva me abstendré de consumirlo. Lo utilizaré para desatrancar las cañerías con sus propiedades corrosivas.
- Bolsitas de café de origen desconocido (18). No es café descafeinado. Se tira tal cual en el vaso con agua caliente y se recoge al minuto, similar a las bolsas de té pero sin el hilo con lo que hay que meter los dedos o algún otro dispositivo en el líquido caliente para proceder a la extracción. Yo el café del año pasado no lo probé pero uno de mis compañeros se le ocurrió la genial idea de usarlo un día que tenía visita y los invitados lo escupieron de vuelta en sus tazas. Fue un exitazo terrible. El hombre no sabía como disculparse.
- Vela hecha en Vietnam de tres colores. ¿Tendrá restos de NAPALM?, ¿Será explosiva? Ardo en deseos de comprobarlo.
- Vasos (2) hechos en Vietnam. Me hago las mismas preguntas que con el producto anterior. ¿Serán de fiar? ¿Debería dejarlos en remojo con espíritu de sal un par de noches? Por lo pronto, los almaceno y ya me enteraré si alguno de mis compañeros muere súbitamente.
- Sobres de Té de Ceilán (10). A mí el té no es algo que me vuelva loco, pero los hocicos de asco de aquellos que se han tomado un té en mi casa son harto elocuentes. Seguiré alimentando a mis visitas con esta morralla.
- Mermelada de melocotón y de una fruta a la que no encuentro traducción al español pero que se da en Sudáfrica. El color es el mismo que el de una diarrea “caldosa”.

Como habéis visto todo un pedazo de regalo. Yo todo los años les pregunto que por qué me torturan a mí y por qué no le dan directamente el dinero a la organización benéfica, le dicen que se ahorre mandarnos los regalos y todos contentos. Si total al final no aprovecho nada y la dichosa caja en la que vienen no me cabe en las mochilas de mi bicicleta. Lo que más me preocupa es que algunos de mis compañeros se pirran por el detallazo. Hoy he conseguido que uno me reconozca que después de la primera vez que lo recibió, ahora ni se molesta en abrir la caja y la regala en navidades. Otro me dijo que se la regaló a su cuñada pero se le pusieron malos los niños y no le hizo ninguna gracia. La mariquita del coño de mi trabajo que casi se envenena con la botella de vino de Nigeria que venía en la caja del año pasado, este año ha dicho que lo va a regalar todo. Hablando de ese vino, yo se lo di a un amigo y éste me llamó días más tarde para felicitarme por haberle dado el peor vino que había tomado en su vida y para confirmarme que por primera y única vez, vació una botella completa en el fregadero tras catarlo.
En fin que os voy a contar. Es casi navidad y lo peor ya ha pasado. Me quedan 366 días hasta la próxima cita.