miércoles, julio 16, 2003

Las minifaldas no son para las bicicletas



Querida amiga,
Te escribo estas líneas para comentarte mis impresiones sobre tu actitud. Espero que no me guardes rencor por compartir contigo estos pensamientos. No es de ley que vayas por ahí tan alegremente, tan destapada, tan corta de ropa con éstos calores. Y no ha lugar el usar minifaldas cuando montas en bicicleta. No ha lugar. Has de pensar un poquito más en ti, y un mucho más en nosotros.

En los últimos días hemos sufrido una ola de calor por estos lares, con temperaturas alrededor de los treinta grados, pero eso no puede ser usado como justificación para tu inaceptable comportamiento, tu desfachatez, tu provocación.

Estimada amiga, tu actitud, nos exalta, nos inflama, nos acalora. Ya sé que tú también sufres por este clima, pero eso no te da carta verde para que vayas por ahí mostrando el potorro, con esas braguitas hechas casi sin tela, esos micro taparrabos, que no cubren nada, que lo enseñan todo.

Querida amiga. No te puedes detener con tu bicicleta en un semáforo llevando la mejor de tus minifaldas y apoyando un pie en el suelo mientras el otro queda sobre el pedal en alto, despatarrada, mostrando tus vergüenzas, ese chochillo sudoroso que resuma vida, calentándonos aún más a los que te avistamos desde la acera de enfrente. ¿Es qué no tienes pudor? ¿Dónde está tu vergüenza?

No puedes seguir yendo así por la calle, pedaleando, con el chi chi al aire, enseñándolo un poquito cada vez que tus piernas ejecutan el recorrido circular de los pedales, agitando esa melenilla revirada, esos pendejillos rubios que buscan aire fresco. Porque quiero que sepas, que cuando te vemos, todos somos como los turcos, todos babeamos, todos nos calentamos.

Amada amiga, deberías hacer algo. Para empezar te propongo que hables con la abuela, que preguntes donde se compra las bragas GALLUMBO y que tú hagas lo mismo, que te compres al menos unas cuantas para usar con tus minifaldas y tu bicicleta. Ten piedad de nosotros, simples viandantes, ciudadanos sencillos que sufrimos lo insufrible cada vez que tú, o una de tus amigas, nos enseñáis esas joyas, esos papayos tan jugosos, tan tiernos, esa fruta fresca esperando ser recogida.

Yo te pido que vuelvas a usar pantalones, que cubras tus impudicias, que no enseñes tan alegremente las joyas de la familia, el jardín de los secretos, la fruta prohibida. Si quieres, tú puedes. No es tan difícil.

Ayer, cuando avanzabas hacia nosotros, pobres mortales tomando una cerveza en una terraza, y sufriste esa pérdida de equilibrio con los patines, ese pequeño descontrol, que lanzó tu cuerpo hacia arriba, desafiando la gravedad, subiendo y subiendo, lentamente, mientras tus piernas se separaban, tu minifalda se recogía cual telón de teatro al comienzo de la función, y tu chumino aparecía en todo su esplendor, no pudimos sentir pena por ti. Lo intentamos, de veras que sí, pero no lo conseguimos. Lo único que sentimos fue dolor. Sí, dolor. El dolor de una erección llevando pantalones vaqueros, con esa cosa que tiene vida propia tratando de moverse bajo la tela vaquera, infructuosamente, dolorosamente. Y es todo por tu culpa, tú eres la única responsable. Por eso te escribo, para que te sientes y recapacites, para que comprendas que tu actitud nos ofusca, nos obnubila, nos pierde

Y cuando estabas allí, en el suelo, riendo y agitando esas largas piernas, aún seguíamos siendo conscientes de que tus partes estaban al aire, que ese pelo que veíamos no era el de tu cabeza, que ese molusco que asomaba no era un mejillón, y tú, tan malcriada, no te percatabas de nuestra turbación, nuestra momentánea pérdida de control.

Creo que deberías recapacitar, comprarte ropa con más tela, cubrirte un poquito más. No digo que te compres un burka como las pakistaníes, pero al menos unos pantaloncillos cortos, algo que te cubra, que te proteja la zona X, que nos ayude a refrenarnos. La oración no sirve de mucho cuando el cuadro que uno observa es tan explícito, cuando el pecado, ese maligno enemigo del hombre, se muestra frente a nosotros en forma de guirre peludo.

Quiero que esta noche, cuando apagues la luz y te vayas a dormir, pienses en nosotros, y reces una oración por nuestro sufrimiento.

Querida amiga, espero que no te hayas tomado a mal mis comentarios, siempre hechos con la mejor de las intenciones, con todo el cariño del mundo, con todo mi amor. Pero tampoco quiero que entre tanta palabra se te olvide el mensaje central, el motivo de esta carta. Así que te lo expreso en un par de palabras: ¡TÁPATE GUARRA!

miércoles, julio 02, 2003

Tres años de Distorsiones


2000 - 2003



¿Os acordáis de la "chola Patricia"? La primera vez que apareció en mis historias fue en Julio del 2000, sólo un mes después de llegar a Holanda. De aquella historia he extraído el siguiente párrafo:

Este fin de semana salí el viernes, con el mexicano, una peruana y dos españolas. Fuimos a "la discoteca" de Hilversum, que hace también las veces de Pub. Curioso lugar. Según se va animando el local van subiendo el nivel de la música. Curiosamente, nadie bailaba. Todo el mundo estaba alrededor de la pista pero nadie se atrevía a entrar. Entonces le pedimos al disc-jokey que pusiera música latina (o lo que el entiende por música latina), lo cual hizo. Nos fuimos a la pista a bailar, con unas 100 personas mirándonos. Para mas INRI, la peruana iba vestida como el putón de la discoteca. Pantalón ajustado con franjas blancas y negras verticales, zapatos plataforma petrolífera y peinado bote y medio de laca (es peluquera + cuidadora de bebes +
abogada [en su país]). Digamos que la peruana se convirtió en la radio baliza del lugar, además de que se movía mas que la compresa de una coja. Al ver que nosotros cinco bailábamos, se comenzaron a animar las chicas, con lo que se lleno la pista de mujeres + el mexicano + Yo.
Así estuvimos bastante tiempo, y los chicos no se animaron a entrar en la pista hasta después de las 1:00 AM, y me da la impresión que a esas alturas ya habían bebido algo (o mucho).


En Septiembre de aquel año vino la historia de Gremlins + Guarrindongas. Bastante celebrada por los lectores españoles. En ella, la chola peruana volvia a brillar con luz propia. He aquí un extracto:

Cuando sale la peruana del coche, me tengo que agarrar a una pared. Recordáis la Gremlin devoradora de hombres. Pues esta se había puesto una peluca con el mismo pelo. Casi me cago todo. El efecto era espeluznante. Traje vaquero corto (hasta las rodillas) dos tallas mas pequeño de lo que debiera, con las costuras a punto de estallar. Las tetas (todavía le esta dando el pecho a la niña de 7 meses, y ese día la chiquilla no debía haber tomado mucha) a punto de reventarle el traje, le llegaban hasta la barbilla. Pedazo de tetas como balones de fútbol, y coronándolo todo, una peluca por la que no pagaría ni 150 pelas, HORROROSA. Todo eso sobre unos zapatos con tacones de 20 centímetros. En fin, que mas puedo decir. La sensación del pueblo. El tío del pub en el que estuvimos nos vio llegar y no se lo creía (pero es que no me lo creía ni Yo). Después del pub, nos vamos a la disco. Me puse un chaleco salvavidas por si le reventaban
las tetas o el traje, porque cuando aquella se movía en la pista, las costuras alcanzaban sus limites físicos. Y otra cosa no, pero baila muy bien, y se mueve toda, toda, toda.


A primeros de Diciembre de ese año, tenemos una experiencia al borde de la muerte en un coche. Fue también la introducción oficial de mi amiga Angela, que aunque peruana, no es "chola". He aquí lo que nos sucedió:


Salimos un día a comer en el poblacho, por variar, La peruana que trabaja conmigo, mi compañera, un argentino y Yo. Cogemos el coche de mi compañera y tiramos para el centro. Deciden ir por la calle de Lucent, que llega hasta la estación de tren, pero que para cruzar las vías hay un paso a nivel. Llegamos allí, y las vallas están levantadas, pero la luz esta parpadeando, lo que indica que las van a bajar. Esperamos medio minuto y no pasa nada, y la gente sigue cruzando con sus bicicletas y andando. Así que nos aventuramos y cuando estamos en el medio, entre 6 vías de tren (3 para cada sentido), bajan la valla de la salida y nos dejan encerrados allí dentro. La peruana empieza a gritar como una descosida dentro del coche. VAMOS A MORIR! EL TREN NOS VA A ATROPELLAR! El argentino, blanco como el papel, blasfemando también, BOLUDA, QUE HACES! SACANOS DE AQUI!, Mi compañera, pierde los papeles y mete el coche en un rincón, en el que la mitad trasera del coche queda por fuera, con el coche todo revuelto con gritos y juramentos. En eso que los que controlan las barreras se dan cuenta de nuestra presencia y empiezan a subir y bajar las vallas continuamente para que nos salgamos, con toda la gente acumulándose para mirar. Conseguimos retroceder y finalmente logramos salir de allí. Alucinante, mejor que una montaña rusa. Aquellas estuvieron desquiciadas toda la tarde, tomando aspirinas. El argentino ha decidido no volver a salir en coche con nosotros, sobre todo si conduce mi compañera. Lo que Yo sigo preguntándome es por que bajaron las vallas si sabían que estábamos en medio, pero estos holandeses son un pozo insondable, así que nunca se sabrá la respuesta.

Y definitivamente uno de mis momentos favoritos en Holanda. Fue también en Diciembre de ese año, en casa de mi amiga Ángela. Una auténtica historia de fantasmas. Mi amiga Beatríz también estaba presente:

Estamos todos comiendo, tan tranquilos, charlando animadamente, cuando de repente, la mesa comienza a moverse sola. Nos miramos todos extrañados, y de repente la mesa empieza a botar, literalmente, botaba sola, con los platos saltando y toda la comida desparramándose. En eso que la mesa, que es redonda, de cristal, con un pie único en el centro, empieza a escorarse, y todos la agarramos sin saber muy bien que pasa, pero asombrados. La española con el niño empieza a gritar como una loca, protegiendo a su hijo, histérica. La mesa continuaba dando saltos, y escorándose para todos los lados, finalmente el pie de la mesa desapareció y toda la comida se vino en mi dirección. La peruana, que tiene el grito fácil, animada por la española comenzó también a gritar. Yo no sabía muy bien que hacer. Y mi compañera tampoco. Ambos estábamos allí, asombrados, mientras la mesa se movía más que los tampones de Lina Morgan, y nosotros dos, no podíamos con aquel pedazo de cristal y toda la comida que había encima. Apoteósico. Finalmente, la cosa pareció tranquilizarse, con la mesa más reposada. La española continuaba gritando "Yo no puedo comer así", "No puedo", "No puedo". Yo no sabía para donde mirar para no reírme, con la mitad de los espaguetis sobre mis vaqueros, y rodeado de cristales rotos de las copas que se habían roto al caer al suelo. El sobrino de la peruana, que también estaba en la casa, y que es un chaval muy simpático de unos nueve años, y que hace unos dibujos de personas muertas muy buenos, estaba tratando de tranquilizar al perro. La peruana, histérica, gritando y tratando de salvar la comida y devolverla a los platos. La española agarrando a su hijo y pegándolo contra ella, con el chiquillo con los ojos como platos, viendo a semejantes energúmenas gritando como posesas, la mesa bailando, todo cayendo al suelo. Total, que se tranquiliza la cosa, y empezamos a buscar explicaciones. La peruana es muy creyente, muy de santeros y esas cosas, así que como primera hipótesis, sugiero los espíritus, y los efectos de practicar la Ouija en la casa. La peruana diciendo, "no digas eso", "no digas eso que no duermo más aquí". Finalmente, descubrimos que la correa del perro se había enganchado en el pedestal, y este, se puso nervioso y empezó a tirar para soltarse provocando el desafortunado evento. Tuve que ir a mi casa a cambiarme, aunque ella me ofreció ropa de su marido, pero vivo cerca así que preferí ir a mi casa. Y también para poder salir de allí y reírme a gusto.

En Enero del 2001 tuve mi primera incursión con las historias de aviones y aeropuertos. Narraba mi viaje a España esas Navidades. ¿Os acordáis ...?

Arrancamos en el Aeropuerto de Amsterdam, volando hacia España. El avión lleno hasta la bandera con gente que vuelve a casa por Navidad. Las madres, con los chiquillos sueltos haciendo de las suyas. Una de las niñas, de unos 5 años que se granjeó el odio de todos en su zona nada más despegar por lo gritona y gilipollas que era, anda paseando por la cabina y se acerca al baño, a noveleriar. La niña mira la puerta, la abre, mira dentro, le gusta lo que ve, y entra. Cierra la puerta, y en un arranque de lucidez, echa el seguro. Hasta aquí todo va bien. Cuando se cansa de mirar, trata de abrir la puerta, pero no puede. Empieza a aporrear la puerta y a dar tremendos gritos en el baño. Los pasajeros más cercanos al baño, conociendo que la pequeña gilipollas está en el baño, se dedican (o nos dedicamos) a hacernos los locos, simulando dormir o poniéndose los cascos, alegrándose de que la jodida pague por todo lo que nos ha molestado hasta ese momento, mientras su madre pasaba ampliamente de semejante demonio. La niña continúa un par de minutos gritando y aporreando, alcanzando niveles espectaculares de histerismo, hasta que alguien la "escucha", y se decide a buscar a su madre. La madre, cuando se da cuenta del problema, se pone histérica, y monta un pitote en la puerta del baño, tratando de abrirlo, mientras su hija incrementa sus gritos y berrinches. Ahora ya no hacía falta que simuláramos estar dormidos, así que nos dedicamos a mirar la acción descaradamente. El azafato, que da la impresión de estar hasta los cojones también del bicho, se acerca, y con gran estilo coge una moneda y destraba el seguro de la puerta, abriéndola para soltar la alimaña. Mano de santo, la madre que parió a la niña y la niña se quedaron el resto del vuelo quietitas, jodidas, y malpagadas.


En Febrero de ese año, la chola Patricia decidió organizar una fiesta en su casa. Por supuesto estuve allí, y lo conté de la siguiente manera:

Llegamos patinando con el coche sobre más de 10 centímetros de nieve. Como era de esperar, fuimos los últimos. Patricia, que en mis anteriores historias le sobraba carne, lo que provocaba que la ropa que usaba estuviera siempre sometida a presiones explosivas, ha perdido peso. No un poco, sino masivamente. Es la elección ideal para cualquier casting en el que busquen mujeres para película con campo de concentración nazi. Chupadita se ha quedado. Según ella, por los disgustos, ya que se está divorciando del holandés de mierda con el que estaba casada. El que haya perdido peso no afecta a su sentido del gusto al vestir. Llevaba una malla pegada al cuerpo, con una "cosa" por encima, simulando una tela de araña, todo en negro, y con unas botas con 15 cm. de tacón, a lo reina Drag YO-ME-MATO-TOA. Hiper maquillada, lo peor está en sus labios. Se ha hecho algún tipo de operación para marcarse los labios y parezca que los tiene siempre pintados. Hasta ahí todo va bien. El problema es que el que se lo hizo, o tenía Parkinson, o le picaba el culo, y no los trazó de la forma correcta, con lo que tiene un efecto un poco grotesco. Al menos esta vez no se puso una peluca con la que asustarnos, como en la historia que fue protagonista.

A finales de Febrero aparece en mis historias mi amigo Mario, el único amigo Holandés que he hecho en estos tres años. Mario y Yo hemos pasado un montón de cosas juntos. De esa historia, recuerdo con especial cariño el siguiente párrafo:

Después del primer día de clase, volvemos al hotel y nos vamos a la ciudad. Después de un par de horas vagando por la misma vamos a parar a otro irlandés, en el que cenamos y nos bajamos otro montón de cerveza local (3 litros más o menos). Volvemos templados al hotel, y la comida irlandesa + la cerveza nos descompone a ambos. En mi caso, tras tres cisternas, aquello se negaba a marcharse, a pesar de mis peticiones. Cómo es un hotel muy chachón, no tienen escobilla en el baño, y lo tienes que dejar allí. Por la mañana, todavía sigo descompuesto, desayuno, y lo elimino vía diarreica. Nos vamos a clase y mi compañero me dice que el también está descompuesto, y que también su baño quedó hecho una pena. Total, que pasamos otro día de clases. Por un momento pensé que por primera vez iba a hacer de vientre en Lucent. Mis tripas se movían más que la cabeza de la niña del exorcista. Logré sobrevivir, y volvimos al hotel, donde por supuesto lo primero que hice fue dejar un nuevo regalo para la mujer de la limpieza. Ese día, para evitar la tentación, nos vamos al cine. Volvemos prontos e íntegros al hotel. Por la mañana a las 8:00 la turca que se encarga de la limpieza nos está esperando. Yo creo que quería ver las caras de los que le dejaban toda esa mierda en el baño. Nos vamos avergonzados a desayunar, y cuando volvemos mi compañero se la encuentra limpiando su retrete.


Tremendo mes de Febrero. También fue cuando oficialmente apareció mi amiga Rosa. Fue en la historia del Karaoke chino ....

Acabada la comida, nos vamos al Karaoke. Vamos por la calle, y Ángela diciendo que el karaoke estaba ya cerca, y que si no veíamos el cartel. Yo por más que miraba no lo veía. Sólo veía un cartel azul todo escrito en chino. Cuando estamos más cerca, resulta que aquel es el karaoke: UN KARAOKE CHINO. Cómo coño no se iba a llenar de chinos por la noche, si es un karaoke chino. Entramos, y aparte de ser los únicos occidentales allí dentro, la dueña se harta a abrazar a Ángela. Nos sentamos cerca del escenario, y pedimos bebidas. En eso que empieza un chino a cantar, y la canción es en Chino con subtítulos en Chino. Flipa. Encontramos un libro de canciones en Holandés e Inglés, y procedemos a hacer nuestras elecciones. Eligen un par de canciones, y Marta se empeña en cantar QUE VIVA ESPAÑA en HOLANDÉS. También seleccionaron MACARENA, en la versión disco Spanglish. Yo y Rosa flipábamos. Pues eso, en un momento determinado toca cantar a nuestro grupo. Lo de Macarena fue patético. Uno de los holandeses que iba con nosotros, Guido tiene voz de cantante de ópera, y cuando él canta, anula cualquier otra voz que haya cerca. Encima, canta desde su sitio y muchas veces se le oye más que al cantante con el micrófono. Tenemos tandas de canciones en chino, alternadas con las selecciones de nuestro grupo, hasta que suenan los acordes de Que viva España! Se levanta Marta, con Mario, y se van a cantar. La canción en Holandés, y lo único en Español es el título y la parte en la que en la versión en original se decía "España es la mejor" aquí la han convertido en "España por Favor". En la letra en Holandés nombran los baños (retretes, toilets...) en Andalucía, y algunas otras cosas que no pude (gracias a Dios) entender del holandés. Se me pusieron los pelos como escarpias. Creo que no fui el único, porque después de esto, la dueña del local nos invitó a una ronda de bebida, yo creo que con la intención de que nos quedáramos sentados y callados. A las doce se comenzó a llenar de chinos, como nos había dicho Ángela, pero que coño, si es un karaoke chino, no se va a llenar de marroquíes!

Y ya en Marzo, segundo viaje a Nurenberg con mi amigo Mario. En esta ocasión, recordamos lo que pasó en el avión:

Salimos el domingo por la tarde. Ya conocéis, por mi historia anterior, que los recorridos entre Amsterdam y Nüremberg, los realiza Eurowing con aviones ATR 42/72. Tomamos nuestro avión, nos sentamos, y el piloto larga su clásico rollo en alemán. Cuando llega el turno a la traducción al inglés, nos enteramos que durante el vuelo van a haber turbulencias. ¡Genial! Así que despegamos, y la azafata y el azafato se despiporran a correr para echarnos la comida antes de que la cosa se descojone. Todo fue bien hasta más o menos los postres, cuando pasan repartiendo el café. Ahí, el avión comenzó a dar unas sacudidas y unos bandazos increíbles. Yo pensaba que había volado con turbulencias anteriormente, pero cuando uno ve las bragas de la azafata en el techo de la cabina, por supuesto acompañadas del coño, entonces es que realmente hay turbulencias. Aquello parecía un potro desbocado. Estuvimos así una media hora. Mi compañero llevaba una cerveza en las manos, y se pasó todo ese tiempo tratando de evitar que se le cayera. El azafato, que era el mismo que nos llevó la vez anterior, mantuvo durante todo ese tiempo su enorme culo pegado a su silla, gracias a Dios, porque esos 100 kilos sueltos por la cabina podrían haber causado estragos.

En Octubre de ese año, ya trabajando para Philips, me fijé algunas de mis compañeras de Europa del Este ...

En la parte final del curso, teníamos que simular entrevistas. Unos eran manager, otros empleados, y otros observadores. Yo era observador en un grupo en el que el empleado era iraní, y la entrevistadora checa, y teníamos una serbia como observador . La checa llevaba una falda horrorosa, con flores, comprada en una tienda de todo a 150 (1 Euro). Acompañaba a la falda unas medias blancas, y zapatos de mal gusto a juego. Me siento frente a ellos, y como me aburro me pongo a observar a la beba balcánica. Caguense. Bajo la media, la tía era mas peluda que yo. Una de pelos en las piernas increíble. Es que ni en carnavales, he visto tíos con medias así, y ese efecto. Además, es que las medias parecían sucias, de tanto pelo que había debajo. Una cosa increíble. Yo supongo que esa, al señor Gillette no lo conoce, ni ha oído nunca hablar de el. Y ella seguía hablando, con las piernas cruzadas, balanceando una de ellas, y yo flipando solo, lamentando haber dejado mi cámara de fotos en mi casa. Una pena que no trabaje en mi grupo, porque si no para su cumple le colocaba un par de maquinillas de afeitar bic que tengo en mi casa. Bueno, la he vuelto a ver posteriormente con vaqueros y zapatos abiertos. Me quedo abobado, alucinando. Y uno de mi grupo va y me dice: “¡Qué tía más buena!” Si el supiera que la rechazaron para el casting del planeta de los simios por peluda!!!! Y acabo con la checa y comienzo con la serbia. Mira que es fea la hijaputa. Es que si llega a vivir en tiempos de Tizio, ahora diríamos ¡¡¡¡eres más feo/a que Slobodanka!!!! Le falta una paleta, tiene el hocico como enñurgado, como si se hubiera metido el tampón por el culo, y le estuviera molestando. Un mal gusto de Biblia. Esa no se compra una prenda si no le regalan dos más, pero flipen. Está soltera, acaba de llegar al poblacho y ha alquilado un apartamento de 3 dormitorios. Dios mío! Si está buscando novio. Cualquier hombre con un dedo de frente, prefiere tener unos brazos como popeye a salir con ese engendro. He coincidido con ella en un curso, la semana pasada, y tuve que emplear tácticas de Torrente! ¡Geish, bicho, Geish! Joder con los productos de Serbia.

A finales de Octubre de ese año, hice un repazo de los medios de transporte. Veamos que sucedía en los trenes:

Un día mas tarde, me encuentro en un intercity, las joyas de la corona del sistema ferroviario holandés, con una amiga. En esta ocasión, es ella la que tiene el apretón, y Yo, solicito, me ofrezco a realizar una inspección del baño. Parto raudo, y entro en ese nuevo universo recientemente descubierto. El baño, como corresponde a la calidad del tren, pintaba más bonito. El agujero del retrete, aparecía totalmente obturado. Así que nada, ejecuto otra soberbia faena, y cuando acabo, pulso la cisterna (en el tren anterior, salía un chorrillo de agua, que también caía a las vías). Cual no será mi sorpresa, cuando, al pulsar la cisterna, la tapa que cerraba el retrete se abre, y toda la meada cae, nuevamente a las vías del tren. Otro bautizo, en esta ocasión, Arnhem. Como para revolcarse en las vías del tren. Ahora entiendo porque hay tantos ratones en las vías. Si les cae la comida del cielo. Mi amiga, realizo el clásico meo sin apoyarme, que todas practican como asignatura básica en la escuela, y que comprende la utilización de gran parte de la musculatura abdominal para realizar el ejercicio. Me pregunto porque nosotros no recibimos ese entrenamiento. Cuando de pequeño iba al camping de Tauro, el evento, defecar en los baños del camping, era una tortura. No apoyar el culete en la taza para ejecutar esta actividad, requería, no solo toda mi concentración, sino ambas manos para agarrarme de las paredes. Recuerdo amenas conversaciones con otros chicos del camping, que explicaban sus sistemas, como, el me subo a la taza y me acuclillo, cubro la tapa de papel, y similares. Creo, que todos los baños públicos deberían incorporar un cartel señalizando los diversos métodos existentes, así como sus pros y sus contras. No estaría de más un par de asideros en los lados, para facilitar el ejercicio.

En Diciembre del 2001 llegó a nuestras vidas un personaje entrañable. Mi compañero de trabajo transexual. Que tiempos aquellos, ¿eh? Despertó instantáneamente la admiración de todos vosotros. Recuerdo que lo introduje en forma de cuento, con su novia como protagonista. Esta es la historia ....


Érase una vez una chica que vivía en un lejano y exótico país llamado Rumania. Después de una infancia llena de penurias, la chica pudo acceder a una educación superior, y estudio farmacia. Pensó que no podía ser más feliz en el mundo, pero se equivocó. Consiguió un trabajo, en un gran laboratorio farmacéutico, y su dicha alcanzó niveles astronómicos. Cuando era tan feliz que le dolía, conoció un chico y comenzaron a salir, y su dicha tomó proporciones dantescas. Cuando su vida parecía encarrilada, y su futuro no podía ser más prometedor, su novio, informático que trabajaba para Compaq, le comunica que ha conseguido un trabajo en Holanda, con Philips, y que en unos meses se mudara allí para trabajar. Su corazón se partió, al ver como su futuro preciosamente planificado, se deshacía. Él le prometió que volverían a reunirse, y comenzaron los preparativos para su marcha. Finalmente, el aciago día llegó, y él se traslado a Holanda, en donde comenzó a trabajar en su nueva empresa. Una mañana, ella, se levanta, realiza su aseo matinal, y se toca su pecho. “Dios mío, que es eso que noto”. Asustada, acude a su medico, el cual, tras las pruebas pertinentes, le comunica lo que ella mas se temía. Tiene un tumor en el pecho. Le hacen las pruebas, y es maligno. Comienza un tratamiento muy agresivo para eliminarlo. Su vida se esta desmoronando por minutos, ya no puede ir a peor, o eso cree ella. Su novio, desde la lejanía, la apoya y la llama todos los días para infundirle ánimos, le pide que se mude con él a Holanda, en donde hay mejores médicos, y más medios para tratar su enfermedad. Le pide que viaje con él, que abandone la seguridad de su trabajo, su familia, sus amigos, su vida, y que se mude a un país hostil, en el que no habla la lengua, y comience una nueva vida a su lado. Ella, accede, pero prefiere dejar unos meses antes de dar el gran salto. Nuestra joven amiga, continúa combatiendo su enfermedad, y sólo encuentra consuelo en pensar que alguien la quiere, y se preocupa por ella. Un día, recibe la llamada de su amado, pero su voz tono de voz suena distinto. Le quiere comunicar algo muy importante, pero lo va a hacer por teléfono. Ella, imagina que se ha enamorado de otra, y que quiere dejarla. Pobre muchacha, que equivocada estaba. Él, le cuenta que ha estado en un hospital en Ámsterdam, y que en Enero comienza el tratamiento para cambiarse de sexo, porque es Transexual. La pobre chica se desmorona totalmente. A veces el destino se ensaña con algunos. De pensar que tenía un futuro maravilloso, ha acabado Empenenada.

El primer mensaje del año 2002 fue sobre medios de transporte, nuevamente. Mi fijación particular por los retretes me arrastra a escoger el siguiente párrafo:

Llego a Ámsterdam, cojo el tren, y como llevaba la maleta, me pongo en la parte del tren destinada a personas que viajan con bicicletas o equipaje. Por casualidad, el baño queda enfrente de donde estoy sentado. Veo que la puerta está abierta, y que del interior sale un olor a gloria, además de un airote, porque, como ya he dicho, el retrete es un agujero por el que todo cae a las vías. Cierro la puerta, para no pasar frío, y sigo allí, atento al baño. En eso, aparece la primera persona que quiere usarlo, y de súbito, me convierto en JUEZ de operación TRIUNFO, y tengo que evaluar las faenas. La primera concursante es una señora mayor, alrededor de 60 años. Viste falda larga, con medias de tela gruesa. La falda, estilo, "no te metas con mi chi-chi", oculta las carnes que le sobran por babor y estribor. El estampado de la falda, me obliga a ponerme unas gafas de sol. Le doy 2 puntos por el vestido. Supongo que se compró la falda en una tienda de todo a 1€, y que por esa moneda, compró además las medias y los zapatos. En las manos, porta varias bolsas. Y va enfundada en una gruesa chaqueta, con bufanda y guantes. En definitiva, operación de máxima dificultad. Triple mortal sin red. Entra en el baño, el cual, como ya he dicho, daba asco, y se oye el golpe de las bolsas, que sujetó con una mano, al apoyar todo el peso del cuerpo en esa mano, y la misma, sobre la puerta. Imagino, que con la otra se arremangó el abrigo, se levantó la falda, se bajó las medias, se bajó las bragas, y echó el pis. Y todo eso, en 1 minuto, y con una corriente de aire acariciándole el chocho a 4 grados bajo cero. Sólo de pensar el frío que le tenía que estar entrando por sus partes, se me encogían los huevos. Una vez acabada la faena, se sube las bragas, se sube las medias, se baja la falda, se baja el abrigo, y sale del baño. Ovación en pie para recibirla. Le otorgamos un 9.5 por la dificultad de la faena, por la velocidad, y por el estilo y originalidad (a mí nunca se me habría ocurrido lo de agrupar las bolsas).

En Febrero de ese año, uno de los más celebrados del 2002 fue el de mis comentarios sobre el correo de presentación de mi compañero Trans ...

Al comienzo, en la segunda oración nos encontramos con: “I have something to tell you”. Esta es la prueba irrefutable de la autenticidad del mismo. Todas sus conversaciones incluyen esta frase en las primeras 30 palabras. Más tarde, llega la proclamación: A transexual woman, to be sure, but a woman, nonetheless. En traducción libre y en caída sin paracaídas, podríamos decir:”una mujer, creemos, pero una mujer, sin lugar a dudas”. Aquí, matizo. Desde que se empezó a hormonar se ha vuelto folclórica, tiene más bigote que la Pantoja pelos en el coño (que los tiene). Más adelante, después de este alegato de feminidad, que a más de una de vosotras os habrá provocado un desprendimiento de tampax, lanza la carga de profundidad contra los rumanos, y contra mí: “Friends, I don´t know”. Cuñaaaaoooo! Cuñññaaaaaaooo! Que nos nombran! “San Jesús Gil, menéame el perejil”. Tres semanas de Guerra sicológica, de ignorancia, sincronizado con los rumanos, en el perfecto y sutil arte del desdén, y todavía creé que le vamos a hablar. Pedazo de subnormal. No voy a calentarme, así que seguimos. Acabe el mensaje con un “I am me. I will always be me”. Con tiburón, es una chavala con tiburón, pero chavala.

Entramos en el mes de Abril, y continúo con mis peripecias en los sucesivos charters que he tomado para ir a las Canarias:

Despegamos, Yo, como comprenderéis privado de alegría, y al levantar el vuelo, me cae un chorrito de agua sobre la rodilla. No le doy más importancia, y lo achaco a la turca de mierda que limpia el avión. Lo típico. El piloto nos dice que vamos a volar a 11000 metros, que en una hora y media pasaremos turbulencia, y que vamos Pa’España, coño. Cogemos altura, y subimos, y subimos, y se me ocurre mirar la abertura por la que hay que introducir la mano para abrir la ventana de emergencia. JESUCRISTO DE LOS BALCANES!!! Había una piedra de hielo. Santa Gillette de la Pantoja! Por allí entraba hielo de fuera, que el hijoputa del piloto dijo que estaba a -45 grados. Miro más atentamente la puertita, y en todos los lugares en los que debía haber remaches en el exterior, había pelotitas de hielo, y micro grietas. Se me cayeron los pendejos al suelo, de la impresión. Miro el reloj, y quedan tres horas y media de vuelo, y aquello es una nevera mal cerrada. Total, que decido quedarme más callado que una puta, por si les da por volver a Holanda de mierda, si digo algo. Entramos en las turbulencias, y cada vez que el avión da un viaje, el hielo se resquebraja, y me cae encima. La vieja que iba sentada al lado mío, pierde la poca color que tenía cuando se fija en el pedroso de hielo, y opta por dedicarse al whiskey. Yo, imaginándome las distintas formas en las que seré succionado al romperse la ventanilla. Total, que después de 50 padres nuestros y 15 ave marías, llegamos a Gran Canaria. Según comienza el avión a perder altura, comienza el deshielo, y tengo que usar una almohada para protegerme de semejante chaparrón.

También durante Abril, un comentario sobre un sucedido en un cine Holandés:

Era la segunda vez que acudía a este cine. La primera vez vi “Chocolate”, y antes de comenzar la película pudimos observar un ratón corriendo por toda la sala hacia el telón. Otra anécdota que conozco sobre este cine, es de un amigo que vivió detrás del mismo, en una de las casas colindantes. En verano, uno de esos raros días de calor, se montan una barbacoa en el jardín, y resulta que la toma del aire (no acondicionado) del cine está en ese lado. El intelectual que enciende el fuego provoca una humareda, que se cuela dentro de las salas, y la gente llama a los bomberos pensando que el cine estaba ardiendo, y se monta un San Benito en la calle, con todo el mundo tratando de escapar del carcomido edificio. En esta ocasión no hay humo, pero cuando termina la película, y está todo el mundo saliendo de la sala, vemos otro ratón corriendo por la sala. Una de las amigas que viene conmigo, lo ve, pega un AAAaaaaaaaayyyyy!!!, y se pone a zapatear como loca sobre el suelo de madera. Los que vienen detrás de nosotros, se ponen a dar palmas, y a gritar iiiiiijjjjiiiiii, y se monta el belén en la sala, en plan experiencia Rociera en los países Bajos. Tras unos instantes de esperpento hispano, superamos el momento flamenco y abandonamos el edificio.

En Julio del 2002, en el festival de verano del villorrio en el que vivo, como en ocasiones anteriores pude disfrutar de la fauna local:

En uno de los laterales estaban los meódromos. Para mujeres, dos cubículos de estos móviles, que ponen siempre en las verbenas, con la cola característica en las puertas, y con un tufillo a aroma de Pis, que mata cualquier atisbo de vida unicelular en un radio de quince metros. Para los hombres, los meódromos estándar en holanda, grises, cuadrados, con cuatro posiciones, una de ellas para minusválidos, y con distintas alturas, por aquello de que todos los hombres no son del mismo tamaño (en altura, digo). Nos vamos a echar un pis, ejercicio que requiere respirar varias veces, y echarte a correr para que te de tiempo a hacerlo mientras contienes la respiración. Llegamos al meódromo, y nos encontramos con que una de las bebas, que pasaba de hacer la cola, se bajó los pantalones, puso a una amiga delante, puso el culo contra el meódromo, y estaba allí echándose el pis tan tranquila. Su amiga, que era más inquieta que el tampón de una ciclista, se movía continuamente, y como resultado, todo el mundo alrededor observaba interesadamente el coñillo rubio de la colega, que amonestaba a su escudo y lo conminaba a permanecer quieto. Ella continuaba con su ejercicio evacuador, y puesto que con las manos se sujetaba el pantalón, no podía taparse las vergüenzas. Debido al espectáculo, nos quedamos mirando, agoté el aire, y tuve que echar una bocanada de ese aire fétido en mis pulmones. Gracias a Dios que llevaba conmigo el Oxis Turbuhaler, para asmáticos, y conseguí salvar una gran parte de los pulmones, aunque supongo que el resto de mi vida sufriré pesadillas con aquella meona de por medio.

Posiblemente el correo más celebrado del 2002 entre la fauna masculina fue aquel de los "Avistamientos". Ya, ya, seguro que estáis pensando en OVNIs, pero no ...

El martes tuve la última de las barbacoas de mi semana triunfal. El día parecía no prometer, con nubes frecuentes y chubascos dispersos. A las 18.30 me recogía mi amigo Mario en la puerta de mi casa, así que bajo a esperarlo, y claro, por leyes de Murphy tiene que llover, y así fue. Mi amigo llamó y dijo que llegaba con dos minutos de retraso, que al final fueron nueve, así que me escoré bajo un balcón y me dispuse a esperarlo. He descubierto una nueva forma de entretenimiento. Ahora entiendo por qué los turcos de mierda del bar al lado de mi casa, salen a la calle cuando llueve.Estoy allí esperando, y tengo el primer avistamiento. Como el día había sido caluroso, la mayor parte de las mujeres iban con faldas, minifaldas, y tops. Debido a la lluvia, todas pasaban rápidamente y no prestaban atención. Calle arriba veo venir a una, con una micro falda. Como el sol daba por mi lado, iluminaba las entrañas. Entonces lo vi claro. Los pelillos del chocho luchaban por salir por los laterales de la micro braga, sudadilla con el esfuerzo físico realizado para alcanzar la meta en el menor tiempo posible. Eran pelillos rubios, como los de la cabeza, UNA RUBIA AUTÉNTICA. Auténtica delicattessen. Superé el momento braga, y avisé el ojo hacia el horizonte, esperando el siguiente. Por desgracia, el siguiente era el de mujer madura, en los cincuenta. Chocho ya sin pelos, pelao que podríamos decir, muslos grandes, que no permitían una visión clara, y ella con la falda remangada, supongo que porque a esas edades, y haciendo tanto ejercicio físico, necesitan ventilación adicional, y por la raja entra el airillo fresco directo al motor. Después de este segundo avistamiento, que me asustó un poco, y que exaltó a los putos pervertidos turcos, que a estos si les pone cachondos la carne madura, continué la espera, y esta se vio recompensada con un tercer avistamiento, en este caso, un papallo castaño/moreno, aunque por los rallos del sol tenía destellos claros. Este era más peludillo, pero igual de sabrosón. No pude continuar con los avistamientos, pero creo que me compraré una silla de playa, y bajaré a la calle con los turcos cada vez que llueva.

En Agosto fue mi bautismo en el mar del Norte, caminando en el barro. En esa experiencia el que lo pasó fatal fue mi amigo indonesio ...

Seguimos andando, con aquel cojeando a nuestro lado, por unos paisajes muy bellos. La marea al retirarse, deja unos inmensos campos de berberechos, almejas y mejillones. Continuamos andando media hora más, y llegamos a un nuevo punto bastante problemático. De repente veo que la mujer a mi izquierda comienza a tener problemas, y a hundirse en el fango. El marido, en vez de ayudarla, se reía de ella, y la pobre seguía hundiéndose en el fango, a punto de llorar.
En eso que supero la zona difícil, únicamente cubriéndome de barro hasta las rodillas, y veo que el turco esta enterrado de barro hasta la cintura. Comienzo a reírme de él, desde mi atalaya, y el venga a llamarme cabrón e hijoputa. Llega donde estoy yo sin ayuda, y en esto vemos que el puto indonesio se nos esta hundiendo, con el barro casi hasta el hombro, la mano que sostiene la bota fuera del agua, como si quisiera salvarla a cualquier precio, y con una cara de penita que no puede con ella, mirando para nosotros pero sin decir nada, y cada vez mas cubierto de mierda. En ese momento tuve que tomar una de las decisiones mas duras de mi vida, y espero que Dios lo recuerde cuando lo encuentre a las puertas del cielo. Tuve que decidir si tomar una foto del pollaboba aquel hundiéndose, o ayudarlo a salir del barro. Por una vez, esa pequeña mancha de bondad que hay en mi corazón se impuso, y decidí renunciar a la foto y ayudar al capullo. Así que le eche una mano, y logre sacarlo de aquella mierda, aunque lo obligue a tirar la bota rota en el fango, en donde desapareció, engullida por la sustancia. Tras semejante evento, el indonesio no volvió a levantar la cabeza. Estaba claro que era uno de los peores días de su vida, y uno de los mejores para mí y el turco, que disfrutamos enormemente con la desgracia ajena.


De Agosto del 2002 es también la historia de E.T., una de mis favoritas. Otro de los momentos antológicos que me han pasado con mi amigo Mario:

El se niega, y dice que por que no voy sentado en el volante. Yo miro la bici, y dijo que ni de coña, pero el venga a insistir, que si, que es seguro, que lo hacíamos siempre en la universidad, que es muy chachi, y total, con el cerebro perturbado por el alcohol, consiento. Así que me comienzo a subir, y acabo cual pajarraco, colgado del volante, con las manos por la espalda agarrándome al susodicho, y los pies, apoyados en el eje del volante. Aquellos que hayan visto la película Birdy, con Matthew Modine, se pueden hacer una idea. En fin, que comenzamos a andar. Yo, agarrado allá arriba, y el amigo, pedaleando. Como todo mi peso estaba en el volante, la operación se hacia un poco complicada. Además, hasta que adapté mi equilibrio (bastante mermado por el alcohol) a la situación, dimos unos bandazos terribles, que yo acompañaba de desgarradores alaridos, viendo mi caída al suelo tan próxima. Tras un minuto o dos así, logramos estabilizarnos, y como que le cogí gusto a la cosa. De repente recordé, que este año es el veinte aniversario del estreno de la película E.T., y la escena vino a mi memoria. E.T. en la bicicleta, con la luna al fondo, y el chico pedaleando. Este recuerdo, despertó al niño que hay en mi, y que casi nunca se duerme, y me vi como protagonista de la segunda parte, en la bicicleta, escapando de los malvados. Confiado por mi nuevo equilibrio, saqué mi cámara del bolsillo de la chaqueta, operación que requirió el soltar una mano del volante, la encendí, lo que requirió las dos manos, la ajusté, la apunté hacia nosotros, e hice tres fotos, que modestamente, son las mejores que he hecho nunca, si tenemos en cuenta la dificultad de la tarea. Encaramado al volante de una bici, borracho, y aún lúcido para tomar fotos. Por supuesto cada foto disparaba el flash, que deslumbraba a mi piloto, el cual trataba de ver el camino que debíamos seguir. Ya con el enrale en el cuerpo, y una vez guardada la cámara, me vi totalmente inmerso en mi papel de alienígena, y señalando a la luna, gritaba en perfecto español: "Vuela, Elliot, vuela" (nota para incultos: Elliot era el niño de la película, papel que en mi imaginación, asigne a mi amigo Holandés). Yo seguía apuntando a la luna y gritando, con la bicicleta terriblemente desequilibrada, y mi amigo con un arranque de pánico en sus ojos, al ver que yo me había desquiciado por completo.

En Septiembre, la historia de Mi Vida con un Indonesio marcó un hito. Protagonizada por mi amigo Indonesio y aclamada por prácticamente todas las lectoras de Distorsiones ...

Se me puso un mal cuerpo de morirse, sólo de pensar que me iba a pedir prestada ropa. Qué equivocado estaba. Cada día cuando llegaba se sacaba los calcetines y los ponía en la escalera extendidos para que se orearan. Al tercer día, el gato de la vecina, ya no subía a mi casa, del tufo que había en la escalera. La camiseta, tanto de lo mismo. Se iba al baño, le hacía un CHÁS CHÁS con un poco de agua en los sobacos, y la tendía hasta la mañana siguiente. Los calzoncillos, no tuve valor para tratar de averiguar que hizo con ellos, pero a mí me picaba todo el cuerpo, y no hacía más que pensar en ladillas como gorriones atacándome. Yo para contrarrestar los olores, me dedicaba a cocinar con muchas especias, para matar el tufillo a queso que provocaban los calcetines. Claro, a base de macerarse los dedos con esos calcetines hiperusados, tenía unas uñas como pezuñas de caballo. Es que según salía de mi casa el viernes, todo a la lavadora. Encima en mi casa es que se oye todo, porque las paredes son de madera. Si es que cuando mis vecinos follan, yo hago de jurado de Eurovisión y otorgo puntuaciones. Pues este, se metía por la mañana en el baño, encendía el extractor, y ni con esas. Joder con las tripas que tiene el hijoputa, si parecía que cada mañana teníamos en mi casa el parto de la burra. De hecho, después de tres días, tuvimos que empezar a usar el desatascador, porque las cañerías ya no daban para más, y la segunda semana, tuve que comprar un producto desatascador, porque la mierda trancaba todo y mi desatascador ya no movía nada en las cañerías.

La trilogía de Moby Dick, publicada entre Octubre y Noviembre del 2002 levantó ampollas entre las féminas. La protagonista absoluta era mi amiga Helen. Yo no tengo la culpa de que esté un poco sobradilla de carnes. He aquí un extracto de la tercera parte ...

Así que me encajo como puedo entre el chichi y las trillizas británicas, y la espalda turca, sin espacio casi para respirar. Cuando ya estamos colocados descubrimos que aquello no avanza. Estamos totalmente anclados al tobogán por el peso, así que nos tenemos que levantar y acercarlo al borde del tobogán, y proceder a colocarnos de nuevo. Tras ello, y ejerciendo una enorme presión sobre los laterales del tobogán, conseguimos arrancar y empezar a movernos. Tras avanzar unos metros, aquello se dispara, y de repente, quedamos totalmente a oscuras, moviéndonos a una velocidad de vértigo, y por el contrapeso que llevábamos atrás se nos levanta el flotador y comienza a hacer el caballito. Yo me notaba en el aire, cuasi estampado contra la parte superior del tobogán, y veía que el musulmán trataba desesperadamente de bajar el flotador. Girábamos continuamente a oscuras, aumentando y aumentando nuestra velocidad, y arrastrando todo el aire a nuestro paso. Me agarré al turco como pude, porque a estas alturas aquello era como un toro loco, girando arriba y abajo y escuchando las risas de la británica por detrás de nosotros, y sus ¡oh dear! Saltaban chispas entre el flotador y las paredes del tobogán, debido a la fricción producida por nuestra velocidad. Seguíamos en caída libre, sin posibilidad alguna de controlar aquel artilugio. Tras lo que me parecieron años, se comenzó a vislumbrar algo de luz al final del túnel. Alcanzamos la luz en un pis-pas, y salimos despedidos a la piscina, la cruzamos completamente, y nos estampamos contra la pared del fondo de la misma, arrastrando a una niña que allí se encontraba. Nosotros caímos al agua y comenzamos a reírnos compulsivamente, sin poder parar, mientras el encargado de ese tobogán nos echaba un rollo en holandés, posiblemente sobre el número de personas autorizadas a subirse por flotador, pero lo ignoramos olímpicamente, y continuamos con nuestro cachondeo.

Ya en el 2003, inicialmente publiqué Hospital Insular en tres entregas, aunque ahora la podéis ver como una sóla entrega en mi blog. De las tres, he seleccionado este párrafo:

De repente veo que tras ella viene el Burbujitas, un ente que consigue reunir en sí mismo el mal de San Vito, todo tipo de tembleques y tics, unos ojos bizcos que miran en sentidos divergentes, unos retazos de dentadura con un par de dientes podridos y torcidos que luchan por salir de esa boca negra como la noche y que genera continuamente burbujitas que vuelan al viento. El burbujitas siempre ha sido un clásico del barrio de Triana, y definitivamente uno de mis freaks favoritos. Algún día contaré la historia que me sucedió con él una tarde en la playa de Puerto Rico, cuando tomaba el sol tranquilamente y este bicho entró en mi vida. Más adelante, me cruzo con una madre quinceañera gritando a su Kevin Costner de Jesús para que deje de saltar a la carretera a esquivar coches, no porque lo puedan atropellar, sino porque se puede ensuciar pisando una de las múltiples cagadas de perro que adornan la zona. El niño, de unos cinco años, luce un corte de perro a lo legionario romano, con la moña teñida de azul, y de sus orejas cuelgan varios pendientes. La madre, resplandece con su chándal Nike, su piercing en la boca y su tatuaje que deja entrever en el ombligo. En fin, alguna vez teníamos que tener una generación perdida, y para España es esa....

La última historia publicada fue El Francés ....

Tenemos tanta suerte que hablan en inglés, así que nos centramos en los vecinos, y pronto logramos averiguar que el sudoroso ha conocido por internet a una de las viciosillas, la que parece controlar el cotarro, y ha venido a pasar el fin de semana desde Francia para conocerla. Su inglés es pésimo tirando a patético, aunque el trata de camuflarlo con su aire afrancesado y su parafernalia romántica. La holandesa, por otra parte, tiene ideas diferentes, y está lanzando claros mensajes de cuales son sus intenciones. Tan explícitos son sus mensajes, que el turco entra en modo turbo, y sale disparado para el baño a aliviar el pajarito (según él), actividad en la que emplea una anormal cantidad de tiempo. Mientras tanto la colega sigue a lo suyo, marcando y mostrando pezones, moviendo los pechos como si fueran molinillos de vientos, agitando el pelo, picando ojos, magreándose la barriga, tocándose el piercing, y el francés, ciego o gilipollas, porque no parece darse cuenta y sigue con su cutre historia ajeno del todo a aquel despliegue de puterío, dale que te pego con su filosofía barata. El turco vuelve a tiempo de ver la cruzada de piernas a lo instinto básico, en la que pudimos confirmar que era rubia auténtica, con una minúscula banda de tela que tapaba lo justo, y un melenón rubio, que ya quisiera para sí Camilo Sesto. Tras el cruce, el turco emigra de nuevo pa?l baño, a aliviarse nuevamente, sudando como un cochino, el francés en Babia, y Yo, allí, sufriendo por vosotros, para poder narrarlo.